El tiempo es el factor clave en muchas actividades del ser humano y desde luego también lo es en el emprendimiento.
Los jóvenes deben saber capitalizar y vender, ese tiempo futuro que les permite el espacio para desarrollar su proyecto, en contrapartida a las personas maduras que si bien pudieran aportar experiencia o conocimiento son más limitadas por el factor tiempo y la potencialidad para desarrollar el proyecto.
Un punto centralmente relevante es que cuando se emprende con juventud se puede planear a mediano, largo y muy largo plazo y ese tipo de planeación puede ser muy bien valorada por inversionistas, bancos e inclusive otros socios de edad similar. Por lo tanto si se es un joven que comprende su perspectiva de desarrollo en el tiempo y que logra tener una inteligencia o estabilidad emocional suficientemente solida, se tiene a un empresario en potencia.
Innumerables casos registra la historia empresarial de jóvenes que iniciaron empresas y lograron el éxito, por ejemplo Bill Gates, Steve Jobs y otros muchos que no son tan conocidos pero con enormes méritos.
La interrelación tecnológica que sucede hoy en los negocios y en la forma de mercadear es trascendental y buena parte de su manejo y comprensión corresponde a la juventud de hoy que ha sabido desarrollar plataformas y aplicaciones detonando formidables negocios, entendiendo una generación y diversas conductas del consumidor.
Sin embargo ser joven y visualizar todo lo anteriormente descrito no es suficiente; sino solo el principio pues se requerirá de capital, tenacidad, asesorías, etc., pero indudablemente de las características de liderazgo, de tal forma que se pueda tratar adecuadamente empleados, establecer alianzas, asumir responsabilidades y ejecutar la toma de decisiones con los riesgos inherentes respecto del éxito o el fracaso.
La pasión y la energía que brinda la juventud son fundamentales para que con inteligencia puedan canalizarse en tener confianza en sí mismo y la humildad y razonamiento suficiente para en ningún momento despreciar “el reverso de la moneda” es decir: la experiencia y conocimiento que también personas maduras o empresarios, con el camino andado del éxito y el fracaso, pueden brindar o utilizar como armas de análisis y competencia a nuestro favor o en nuestra contra. Por eso se sugiere que el joven emprendedor tenga una visión armónica de las cosas y equilibrada en la conformación de sus estrategias y de su misión empresarial.
Emprender es el primer paso hacia el éxito, sin que esté garantizado por el simple hecho de iniciar. El éxito requerirá necesariamente de otros muchos elementos, a través del tiempo, que el joven que inicia con capacidad deberá ir asimilando y desarrollando.